Viajar por la Ruta de la Seda

Viajar por la Ruta de la Seda

Desconozco qué es lo que crea este aura de misterio, este aroma a aventura, esta sutil pero perseverante provocación que genera la Ruta de la Seda en aquellos que hemos tenido la suerte de recorrer algunas de sus partes. Pero te lo garantizo: cuando la pruebas, no puedes escapar de ella hasta que no has conocido hasta sus más últimos rincones.

Este supuesto camino para las caravanas no es, como algunos quizás puedan pensar, una vía única que lleva desde Xi’an, en China, hasta Roma. Es más, ni siquiera este origen y destino fueron los habituales durante muchos siglos. Al igual que la Gran Muralla, formada por multitud de líneas de protección que se solaparon y cruzaron a lo largo del tiempo y los imperios, la Ruta de la Seda dispone de decenas de ramificaciones, aunque algunas de ellas, junto a sus emblemáticas ciudades, han pasado a la historia debido a la riqueza que las caravanas trajeron consigo a lo largo de los siglos.

No tengo ningún tipo de intención de aburrir a nadie con fechas históricas, emperadores ni batallas, pues para esto ya existen multitud de opciones… Mi objetivo es práctico y directo para ti como viajero: ¿quieres Ruta de la Seda? Bien, pues cuando termines este artículo sabrás cómo encontrarla. ¿Vamos allá?

Mapa de la Ruta de la Seda con su recorrido principal entre Asia y Europa
El recorrido principal de la Ruta de la Seda en la antigüedad

¿Qué se puede ver en la Ruta de la Seda?

Parece una pregunta obvia, pero realmente no lo es, pues como viajero vas a tener unas expectativas y es muy importante que estas coincidan más o menos con la realidad.

Algunos me preguntan en ocasiones si existe un camino marcado aún en la actualidad que puedas recorrer. No, no existe tal camino, aunque muchas carreteras y caminos actuales siguen las rutas de las antiguas caravanas, pues estas usaban pasos de montaña lógicos para minimizar el esfuerzo y la distancia, al igual que se sigue haciendo hoy en día.

En algunos lugares quedan, sin embargo, algunos pequeños tramos de caminos muy antiguos, pequeños vestigios del paso de las caravanas que, especialmente al atravesar pasos de montaña, requerían de algún tipo de acondicionamiento del terreno para poder circular.

Tramo de la Tea Horse Road, entre Yunnan y Lhasa, una variación de la Ruta de la Seda por donde se comerciaban té y caballos.
Antiguo tramo de la Tea Horse Road entre Yunan y Lhasa

Arqueología y arquitectura

En primer lugar, si eres apasionado de la arqueología no hace falta hacer ninguna aclaración. La Ruta de la Seda es droga en estado puro y la puedes consumir a diario en grandes dosis. Poco podían hacer los habitantes de estos duros parajes desérticos salvo construir con lo que el terreno los proporcionaba. Y es que a los edificios de adobe les pasan factura los años, con lo que espléndidas civilizaciones como Merv, que pulverizaron en su día los mongoles, han quedado reducidas a su mínima expresión.

Para el resto de los mortales que no logramos quedamos satisfechos viendo solo el fundamento de 4 muros de piedra que sobresalen un palmo del terreno hay, sin embargo, esperanza: la riqueza arquitectónica a lo largo del camino de las caravanas es sobrecogedora, con un auténtico abanico de arte, mayoritáriamente islámico, que incluye mezquitas, madrazas y caravanserais, entre otros elementos, muchos en estado original y otros preciosamente restaurados.

La famosa plaza del Registán, en Samarcanda, uno de los puntos más emblemáticos de la Ruta de la Seda
La famosa plaza del Registán, en Samarcanda, emblemática ciudad de la Ruta de la Seda

Espectaculares paisajes

Si buscas la selva, no la encontrarás, salvo que quieras adentrarte en las rutas de comercio menores que descendían de China hacia el actual Sudeste Asiático. Para todo lo demás, estás servido: inmensas estepas en Kazajistán, inhóspitos desiertos de tierra en Uzbekistán, preciosas dunas de arena en el Taklamakán chino y en Irán e imponentes cordilleras de montañas nevadas con pasos imposibles como el Tien Shan, el Pamir o el Karakorum.

La diversidad paisajística a lo largo de la Ruta de la Seda es increíble, aunque en mi opinión todos los paisajes tienen algo en común, y es que tienen poco de bucólico y mucho de salvaje. Son paisajes duros, con climas frecuentemente extremos si los visitas en la temporada equivocada. Y como muchas cosas en la vida, esta dureza exótica se convierte en una auténtica arma de seducción cuando la combinamos con la magia de las ciudades-oasis que sobreviven aún a lo largo de su recorrido.

Precioso paisajes de la Ruta de la Seda cuando atraviesas Asia Central
Paisajes habituales de la Ruta de la Seda atravesando Asia Central

La hospitalidad más increíble

Creo que muy pocos que hayan visto mundo se atraverían a discutir que, salvo contadas excepciones en África, la hospitalidad a lo largo de la Ruta de la Seda es posiblemente la más increíble del planeta. Seamos realistas: todos los destinos del mundo se jactan de ser pueblos hospitalarios en sus folletos de propaganda turística. Pero van equivocados, pues mezclan el concepto de ‘servicio’, que sería la hospitalidad a cambio de dinero, con la verdadera hospitalidad, aquella que viene motivada de la ayuda e interés por el prójimo sin que los papeluchos del banco enturbien el asunto.

Por poner un ejemplo, cuando viajes por Irán no podrás hacer autoestop, más bien la gente se peleará para que te subas a su coche, incluso si no has llegado aún al arcén ni a levantar el dedo, tal es su afán por conocerte y ganas de ayudar implícitas en la cultura persa. En mi caso, durante un trayecto en autoestop llegué a recibir un auténtico placaje por parte de mi espontáneo conductor cuando realicé un gesto que podría interpretarse como meter la mano en el bolsillo para sacar dinero para ayudar a pagar en una gasolinera.

Siendo así, puedes imaginar que en países como Irán, Iraq, Uzbekistán, Tayikistán e incluso el Este de Turquía vas a recibir infinidad de invitaciones para comer, beber y alojarte en casa de personas que se cruzarán en tu camino. Tu Luna de Miel a lo largo de la Ruta de la Seda puede que no sea una ocasión tan íntima como te pensabas…

Cena con una familia Iraní en Kerman, muestra de la hospitalidad del pueblo persa.
Cenando con una familia Iraní que nos ‘cuidó’ durante 3 días en Kerman

Itinerarios de la Ruta de la Seda

Resulta complejo explicar lo que se puede llegar a explorar a lo largo de la Ruta de la Seda, así que pasaré a explicarte las distintas regiones que podrías explorar.

La ruta principal comenzaba en el centro de China, llegaba a su extremo occidental, cruzaba a Asia Central por Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán y entraba en Oriente Medio pasando por Irán, Irak y Siria hasta la costa, donde la mercancía generalmente se cargaba en barcos para el trayecto final a Roma y otros lugares del mediterráneo.

En su recorrido múltiples desvíos llevaban el comercio hacia Europa del Este y Siberia, el Sudeste Asiático, el Tíbet, Pakistán, Afganistan y la India, la Península Arábiga, el Norte de África, Turquía, etc.

En su recorrido principal un viajero podía tardar incluso varios años en recorrerla completa, por lo que fueron muy pocos los que lo intentaron. Los comerciantes se movían entre localidades más o menos cercanas, a pocos días de camino de su ciudad de residencia, y era a base de múltiples mercaderes y etapas que la carga finalmente acababa llegando a sus destinos finales, enriqueciendo en estos continuos intercambios a los pueblos que se encontraban a su paso.

Dunas de arena en Dunhuang, en el Oeste de China, a lo largo de la Ruta de la Seda
Las inmensas dunas de arena de Dunhuang, en el Oeste de China

Las Mil y Una Chinas

China es de estos lugares al que puedes realizar 10 viajes de 3 semanas cada uno y sigues viendo cosas distintas, tal es la inmensidad y variedad paisajística y cultural del gigante asiático.

En el caso de la Ruta de la Seda, sea como sea estaremos huyendo de la China turística, así que debes prepararte para un viaje intenso, especialmente en temas de comunicación y cultura, para no ser aceptado en muchos hoteles y para los climas extremos.

Casco antiguo de Luoyang, origen de la Ruta de la Seda durante siglos
Casco antiguo de Luoyang, origen de la Ruta de la Seda durante siglos

Aunque el punto de partida se suele considerar Xi’an, ciudad de los famosos guerreros de terracota, la realidad es que han existido otras antiguas capitales Chinas más al Este que en su momento actuaron como punto de origen, tales como Luoyang o, aún más al Este, Kaifeng. Si tienes tiempo, te recomiendo empezar en esta última y seguir el itinerario pasando por Luoyang, Xi’an, Lanzhou (con posible desvío al Tíbet Amdo, especialmente el emblemático Xiahe y su monasterio de Labrang), Jiayuguan con el inicio de la muralla China por su parte occidental, Dunhuang con sus inmensas dunas de arena y Turpan, de increíbles paisajes y vestigios arquitectónicos inacabables.

El monasterio budista de Labrang, uno de los más grandes del planeta.
El monasterio budista de Labrang, uno de los más grandes del mundo

Ahí viene el principal dilema, pues llegados al desierto de Taklamakán las caravanas debían desviarse para rodearlo por el Norte o por el Sur, cuya decisión dependía frecuentemente de la época del año para encontrar el mejor clima. Por la ruta Norte, a los pies del Tien Shan, había además la opción de desviarse en dirección al actual Kazajistán, por encima del Mar Caspio, en una vía de acceso al Este de Europa menos montañosa pero más larga e igualmente dura en invierno. Por la ruta Sur, había la opción de desviarse más al Sur a la altura de Yarkand para atravesar el Karakorum y acceder a la Ruta de Pakistán y la India, o incluso Afganistán o el Tíbet.

Las cuevas de Bezeklik en Turpan antes de llegar al desierto de Taklamakan
Las cuevas de Bezeklik, en Turpan, antes de la llegada al Taklamakan

Al extremo occidental del enorme desierto de Taklamakán las caravanas se juntaban en la espectacular Kashgar, quizás una de las ciudades más icónicas de la Ruta de la Seda, pues desde ahí partían diversos caminos para seguir en dirección al Oeste. Por desgracia, su precioso casco antiguo ha sido severamente modificado por el gobierno en su constante pugna contra los Uigures, el pueblo local musulmán.

Si te pica la curiosidad, existen algunas rutas alternativas que son también de gran interés en China, antiguas ramas comerciales que se solapaban al comercio por la Ruta de la Seda y se retroalimentaban de ella. Por ejemplo, la poco conocida Tea Horse Road, una ruta complicadísima a través del Himalaya que unía los cultivos de té de la región al Sur de Yunan y Norte del Sudeste Asiático con el Tíbet, cuyo producto estrella eran los caballos, generando así este intercambio de té por caballos que da nombre al itinerario.

El Bazaar de Kashgar, con ilimitadas opciones para el paladar.
Bazaar de Kashgar, ilimitadas opciones para el paladar

En definitiva, si bien la hospitalidad China no tiene nada que ver con la de Asia Central y Oriente Medio, esta sección de la Ruta de la Seda te proporciona increíbles paisajes desérticos, arquitectura china en un inicio e islámica en el tramo final con su respectiva mezcla de culturas china y uigur, y un ilimitado número de restos arqueológicos descubiertos y por descubrir, pues en la provincia de Xinjiang abundan aún multitud de tesoros enterrados bajo las arenas del Taklamakán.

Las maravillas de los ‘Stan’

Este grupo de países tan desconocidos (o erróneamente conocidos) para el mundo occidental esconden gran parte de los tesoros arquitectónicos de la Ruta de la Seda y sus años de gloria.

La ruta ‘oficial’, la conocida como ‘Ruta del Khorasan’, sale de Kashgar atravesando el Tien Shan por el paso de Irkeshtam y llegando a Osh, en el actual Kirguistán, en el inicio del Valle de Ferghana, una inmensa y fértil depresión entre las inmensas cordilleras del Asia Central. De ahí siguiendo por el valle de Ferghana se cruza a Tayikistán pasando por Khujand e Istaravshan para pasar por Panjikent y llegar a la mítica Samarcanda, ya en territorio Uzbeko.

Subiendo al paso de Irkeshtam, frontera entre Kirguistán y China, con un camionero Kyrgyz
Subiendo al paso de Irkeshtam, frontera entre Kirguistan y China, con un camionero Kyrgyz

Si bien las ciudades del valle de Ferghana conservan poco del esplendor de los tiempos de las caravanas, Samarcanda es la viva imagen de lo que debía haber sido vivir en aquellos tiempos: una gloriosa y riquísima ciudad, frecuentada por eminencias del mundo antiguo, cuya restaurada plaza del Registán ofrece quizás uno de los más increíbles placeres a la vista de toda la Ruta de la Seda con sus 3 madrazas enfrentadas.

Siguiendo por la ruta hacia el Oeste, ahora a través de llanos desiertos de tierra, se llega a Bukhara, otra ciudad-oasis que muy probablemente tenga aún más interés que su archi-enemiga Samarcanda, cuya sombra la relega a medalla de plata en el podio de la popularidad, pero que en mi opinión se merece aún más halagos que la ganadora. Bukhara conserva una herencia arquitectónica sin límites, con madrazas y mezquitas por doquier y, lo que es aún mejor, conserva una parte de su casco antiguo con callejuelas por las que perderse y observar el día a día de la gente local.

La ciudad oasis de Bukhara, una de las joyas de la Ruta de la Seda en Uzbekistán
La ciudad oasis de Bukhara, una de las joyas de la Ruta de la Seda en Uzbekistán

Tras Bukhara, de nuevo la ruta oficial tuerce al Sur por el desierto con la intención de evitar el gigante Mar Caspio y entra en territorio hostil para el viajero actual: el territorio de Turkmenistán, cuyos visados de tránsito se conceden lanzando una moneda al aire y permiten 5 días de estancia, y cuyos visados oficiales implican un tour con una agencia local que te saca bastante más de los bolsillos de lo que la mayoría nos podemos permitir. En todo caso, joyas como Merv para los amantes de las antiguas civilizaciones destruidas compensan la visita, así como una escapada al cráter de Darvaza y un paseo por la estrafalaria Ashgabat, resultado de los delirios de grandeza de su desconocido dictador.

El cráter de gas ardiendo o 'Puerta al Infierno', en medio del desierto en Turkmenistán
El cráter de gas ardiendo o ‘Puerta al Infierno’, en medio del desierto en Turkmenistán

Dadas las dificultades que presenta el país, muchos viajeros eligen seguir una rama menor que se dirige siguiendo la frontera de Uzbekistán a la ciudad-oasis de Khiva, con su pequeño casco antiguo amurallado, sus casas de adobe y sus puestas de sol sobre las cúpulas azules de sus mezquitas, para mi uno de los lugares más entrañables de toda Asia Central. Aparte, existen diversas fortalezas en medio del desierto que dan fe de lo importante que resultaba proteger las rutas comerciales en tiempos en que este intercambio de dinero, mercancías, cultura y religión era el corazón de riqueza de los imperios por donde circulaban las caravanas.

Existen también rutas alternativas como el corredor de Wakhan que cruza por la frontera entre Tayikistán y Afganistán o la ruta Norte por Kazajistán hacia el Turkestán, así como otras opciones alternativas, algunas preciosas paisajísticamente pero menos ricas en herencia histórica.

El precioso corredor de Wakhan, una alternativa para las caravanas de la Ruta de la Seda a través de la frontera entre Tayikistán y Afganistán
El precioso corredor de Wakhan, una alternativa para las caravanas de la Ruta de la Seda a través de la frontera entre Tayikistán y Afganistán

En todo caso, en el reino de los ‘Stan’ verás mayoritariamente espléndida arquitectura islámica, increíbles sitios arqueológicos, ciudades-oasis con su aura de misterio que recuerda a las historias de las Mil y Una Noches y vivirás una hospitalidad sin igual. Prepara, en todo caso, tu ruso, pues lo vas a necesitar…

Atravesando Oriente Medio

La situación actual no permite hacerse grandes expectativas en cuanto a algunas regiones de Oriente Medio, pues países como Iraq o Siria, tan frecuentados anteriormente por las caravanas, resultan ahora de muy difícil acceso y con riesgos para la propia integridad. Si bien es cierto que se han reiniciado las visitas principalmente en el Kurdistán Iraqí y en la zona Suroeste de Siria, la situación aún es inestable y no recomiendo planificar un viaje con la idea de explorar la antigua Ruta de la Seda en estas regiones.

Así pues, mi recomendación es seguir la llamada Ruta del Khorasan a través del Norte de Irán, visitando la increíble herencia histórica de este país donde aún puedes encontrar antiguos caravanserais abandonados que ni siquiera constan como lugares turísticos.

Caravanserai abandonado en perfecto estado de conservación en la Ruta del Khorasan, al Norte de Irán
Caravanserai abandonado en perfecto estado de conservación en la Ruta del Khorasan, al Norte de Irán

Después de pasar por la que ahora es Teheran la ruta seguía hacia el Suroeste adentrándose en el Kurdistán y hasta Baghdad, pero mi propuesta es desviarse antes de llegar a Tehran, tomándose la licencia de explorar más al Sur, atravesando los desiertos de Irán y sus preciosos oasis hasta llegar a Kermán y aprovechar para visitar las perlas de Shiraz, Yazd e Isfahan, cuya esplendorosa arquitectura islámica no tiene comparación en el mundo. Luego seguir al Norte hacia Qazvin y Tabriz para cruzar finalmente a Turquía.

Atardecer en Yazd desde uno de sus tejados
Espectacular vista panorámica desde un tejado de Yazd, Irán

Irán, en pocas palabras, es el reino de la hospitalidad desbordante y, en la opinión del autor de este artículo, la cuna de la belleza arquitectónica a todos los efectos, algo que roza el erotismo visual, por el que pasarías horas sentado y simplemente contemplando. Viajar por Irán es, además, fácil y económico y tus alojamientos serán frecuentemente antiguos edificios restaurados que te trasladarán a otra época.

Como mención especial y dada la situación delicada que impide visitar algunos países, quizás te alegrarás de saber que Arabia Saudita por fin ha abierto sus fronteras al viajero independiente y puede que la idea de enlazar la Ruta de la Seda con la Ruta del Incienso te seduzca como lo ha hecho conmigo…

La ciudad Nabatea de Madain Saleh, en Arabia Saudita, en plena Ruta del Incienso
La ciudad Nabatea de Madain Saleh, en Arabia Saudita, en plena Ruta del Incienso

La Turquía desconocida

Turquía es un destino extremadamente turístico. Ciudades como Estambul, Izmir o incluso la Capadoccia son tremendamente conocidas por el turista convencional y, aunque preciosas, no representan ni mucho menos todo lo que el país tiene que ofrecer.

El Este de Turquía no tiene nada que ver con el Oeste. El Este es salvaje, el Este está aún en gran parte por domesticar, y la vida se vive aún, fuera de las grandes ciudades, de una forma muy tradicional, lo que siempre es una gran noticia para el auténtico viajero en busca de aventuras.

El casco antiguo de la ciudad de Mardin, al paso de las caravanas que venían de Siria e Iraq
El casco antiguo de la ciudad de Mardin, al paso de las caravanas que venían de Siria e Iraq

En Turquía existían diversas rutas, una que entraba desde Tabriz en Irán y otra que accedía desde el Sur a través de Mosul, en Iraq, existiendo también un ramal que subía directamente desde Aleppo, en Syria. Todas ellas tenían en común la confluencia en Sivas. Desde ahí la ruta se dirigía a Kayseri y siguiendo en línea recta en dirección Suroeste llegaba hasta Konya.

Es en este tramo entre Kayseri y Konya donde destacan una enorme cantidad de antiguos caravanserais, las paradas de las antiguas caravanas, que pueden visitarse si dispones de tu propio vehículo para recorrer este tramo. En el este, en todo caso, la ruta formaba diversas bifurcaciones, diluyéndose una parte hacia el mediterráneo para seguir la ruta en barcos y otra parte hacia el Norte a la vieja Constantinopla, actual Istanbul, cuya situación en el límite entre Asia y Europa lo convierte en el punto final realista del viajero que atraviesa la Ruta de la Seda.

Ciudad de Istanbul, uno de los posibles finales de la ruta de la seda
El final de una de las ramas de la Ruta de la Seda, en Istanbul

¿Cómo organizar un viaje por la Ruta de la Seda?

Bien, hasta aquí hemos llegado, aunque por supuesto existen muchas otras rutas y mucho más detalle del que se puede explicar en un artículo como este, aunque espero que hayas podido hacerte a la idea de los grandes atractivos que posee un viaje a la Ruta de la Seda y que hayas podido descubrir lo que cada tramo te puede llegar a ofrecer.

Como especialista en la Ruta de la Seda puedo ayudarte a organizar tu viaje a cualquier punto de este entramado de antiguas vías comerciales para que puedas impregnarte de esta magia que a mi me ha convertido en un auténtico adicto de los viajes a esta región.

Según la duración de tu viaje y tus intereses, con el servicio de asesoría de tripperzone te puedo ayudar a elegir la región y confeccionar un itinerario para que puedas viajar por libre sacando el máximo provecho de esta tremenda ruta histórica que parece tener un rincón para cada viajero.

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